El Senado de la Provincia de Buenos Aires, ha aprobado en la
última sesión, el proyecto impulsado por Abejas Urbanas, para legalizar la
apicultura urbana en la Provincia de Buenos Aires!!
Abejas
Urbanas, agradece por su interés y preocupación a los Sres. Legisladores
provinciales y en especial a la Senadora Esther Barrionuevo, quien se hiciera
eco de esta iniciativa y propusiera ante sus pares el cambio normativo.
Está empezando
una nueva temporada para quienes criamos abejas y compartimos su miel. Ya se
nos viene la primavera y sin esperar demasiado, los soles del verano. Ya se siente el murmullo en la
colmena, vamos a cantar con ella, porque estamos muy contentos de este primer
paso, en nuestra lucha por legalizar nuestras colmenas clandestinas.
Para quienes quieran
más detalles, aquí abajo el texto de la declaración y sus fundamentos:
“La Plata, Agosto de
2012 El Honorable Senado de la Provincia de Buenos Aires vería con agrado que
el Poder Ejecutivo Provincial modifique el Decreto N° 4248/91, reglamentario
del art. 4 del Código Rural de la Provincia de Buenos Aires, eliminando su
último párrafo y dictando en su reemplazo la normativa que regule la actividad
apícola en ámbitos urbanos.”
Los fundamentos son los siguientes:
Es intención de este
Proyecto, estimular la actividad apícola en la Provincia, coadyuvando a la
formación técnica y a la seguridad alimentaria de la comunidad.
Las abejas son los
insectos polinizadores por excelencia en todo el mundo. Son responsables de la polinización del 70%
de las poblaciones vegetales de interés alimentario, y únicos generadores de
una serie de productos de inestimables beneficios para el ser humano, entre
ellos, miel, jalea real, propóleos y cera.
Las organizaciones de
criadores de abejas a escala mundial han alertado sobre un fenómeno que crece
aceleradamente, que a falta de mayor certeza en la etiología del problema, se
lo denomina por sus siglas en inglés Colony Colapse Desorder (CCD), o Síndrome
de Desaparición de Colmenas (SDC), en español.
Este proceso cuyas causas aún se encuentran en estudio por la comunidad
científica internacional, está determinando un serio proceso de disminución de
la población global de abejas.
El alerta ha llegado a
preocupar a los gobiernos de los distintos países productores apícolas, e incluso
a la Organización de las Naciones Unidas, cuyas últimas acciones han estado
dirigidas a revertir este proceso con medidas tendientes a desarrollar la
apicultura en regiones no tradicionales.
Argentina es el primer
exportador mundial de mieles de calidad, y su volumen de producción aporta
alrededor del 20% de la miel que se comercializa a nivel global. Una cifra cercana a la mitad de la producción
de mieles de argentina, proviene de la Provincia de Buenos Aires.
La realidad productiva
de la Provincia en materia apícola, se ha ido transformando aceleradamente en
la última década con el desplazamiento de la frontera apícola hacia otras
regiones en virtud del avance de los métodos de siembra directa, y la
rentabilidad relativa de ciertas oleaginosas.
Esta circunstancia ha determinado por un lado la desaparición de cientos
de pequeños productores que no han podido superar la coyuntura, y por el
otro una fuerte disminución de la
cantidad nominal de colmenas en la Provincia.
Estas circunstancias
han de interpretarse además, en una doble dimensión de análisis que se pone a
vuestra consideración.
Por una parte, la abeja
como agente polinizador en poblaciones vegetales de interés alimentario, es el
actor indispensable para garantizar los mecanismos de seguridad alimentaria que
nuestro pueblo necesita para su desarrollo.
Esto se encuentra en un todo asociado a las huertas comunitarias que
diversas áreas de gobierno, así como organizaciones sociales, promueven en los
barrios de nuestras ciudades, o bien de pequeños productores
frutihortícolas. Las abejas allí,
multiplican la productividad de verduras y frutas, así como mejoran la calidad
del producto a través del mecanismo más natural del mundo, el incremento de la
diversidad genética en el mecanismo de polinización cruzada.
Por otra parte, la
presencia de abejas en grandes cantidades y miles de enjambres fluyendo en cada
primavera-verano en el conurbano bonaerense, permiten presumir que las abejas
se han instalado en la ciudad, por una diversidad de razones que ámbitos
científicos intentan aún explicar. En
cualquier caso la razón de la presencia notoria de abejas urbanas, no es otro
que la cría de abejas en la ciudad y de numerosos apicultores que laboran sus
colmenas en los barrios, debiendo sumar a ello como contracara la disminución
de abejas en los campos, producto de la desaparición de las pasturas silvestres
causada por el uso de agroquímicos. Llegamos así a la existencia de abejas
urbanas, y no porque provengan de colmenas silvestres, sino de jardines y
espacios verdes de la ciudad, manejadas por anónimos apicultores.
Esta es una realidad
que debe asumirse, y debe ser seriamente abordada por el organismo regulador,
quien puede tener a su disposición todas las herramientas necesarias para hacer
crecer el desarrollo de la apicultura en nuestra región, incentivar e impulsar
la práctica de la crianza de abejas en nuestros jóvenes, como formación técnica
para una importante actividad productiva, quizás de las pocas que carecen de
externalidades negativas. Y como se
enunciara escasas líneas más arriba, porque ello habrá de sumarse a los
procesos de seguridad alimentaria que nuestra sociedad reclama
cotidianamente.
Hoy la Provincia de
Buenos Aires, prohibe la instalación de colmenas en zonas urbanas, o en aquellas
que por su densidad de población, a criterio de los organismos competentes
puedan ocasionar molestias a terceros, según reza el último párrafo del art 2
del decreto reglamentario número 4248/91, que tiene por objeto reglamentar el
art. 4 del Código Rural de la Provincia.
Esta normativa resulta un escollo insalvable para ordenar la situación
actual en las grandes urbes de la Provincia.
La cifra negra de colmenas existentes en la ciudad, cumplen con una
función estratégica innegable, pero resultan anónimas y su contralor imposible
por la sencilla razón de que ninguna autoridad puede auditar las condiciones de
crianza y su situación sanitaria, así como la idoneidad del titular para su
manejo, justamente en razón de la prohibición enunciada.
Existe además un
elemento de cierta complejidad jurídica, dado que ese punto de la
reglamentación que enuncia la cláusula prohibitiva, carece de fundamento que
justifique la restricción. Es decir, no
dice expresamente la razón que justifique la prohibición de criar abejas en la
ciudad. En este sentido puede traerse a
modo ejemplificativo la normativa de la ciudad de Nueva York en los Estados
Unidos. Allí el Department of Health and
Mental Hygiene, considera que ciertos animales a los que define como salvajes o
peligrosos, no pueden criarse en la ciudad.
Entre ellos se encontraban las abejas melíferas. El 16 de marzo de 2010, el organismo citado
procede a eliminar de dicho listado a las abejas melíferas, por no
considerarlas como animales peligrosos, y que por ende autoriza su crianza en
la ciudad, con las regulaciones que el mismo organismo dispone con la
modificación del art. 161 del Código de Salud, de la Ciudad de Nueva York. Es decir, allí la normativa enunciaba una razón
que justificaba la prohibición, aún cuando el tiempo demostró que dicho
argumento no se correspondía con la realidad, razón por la cual se eliminó la
restricción, y hoy los apicultores urbanos de Nueva York se han incorporado al
mercado productivo de la ciudad.
Al igual que New York o
Boston, París, Londres o Berlín, por mencionar sólo algunas, todas las grandes
capitales del mundo, no solamente permiten la apicultura urbana, sino que
expresamente la estimulan como parte de su política pública.
Por último es preciso
señalar, que las abejas melíferas no han generado incidencias que puedan ser
relevadas en forma significativa para que justifiquen en la Provincia de Buenos
Aires esta prohibición absoluta. Además,
por la latitud que se encuentra la provincia de Buenos Aires, la presencia de
Apis con algún tipo de gen africano –de mayor defensividad-, resulta
improbable, y una situación que es perfectamente controlable con las reglas de
manejo adecuadas.