Abejas Urbanas. Legalícenlas. . .

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lunes, 27 de agosto de 2012

Summertime


El Senado de la Provincia de Buenos Aires, ha aprobado en la última sesión, el proyecto impulsado por Abejas Urbanas, para legalizar la apicultura urbana en la Provincia de Buenos Aires!!

Abejas Urbanas, agradece por su interés y preocupación a los Sres. Legisladores provinciales y en especial a la Senadora Esther Barrionuevo, quien se hiciera eco de esta iniciativa y propusiera ante sus pares el cambio normativo.

Está empezando una nueva temporada para quienes criamos abejas y compartimos su miel. Ya se nos viene la primavera y sin esperar demasiado, los soles del verano. Ya se siente el murmullo en la colmena, vamos a cantar con ella, porque estamos muy contentos de este primer paso, en nuestra lucha por legalizar nuestras colmenas clandestinas.





Para quienes quieran más detalles, aquí abajo el texto de la declaración y sus fundamentos:

“La Plata, Agosto de 2012 El Honorable Senado de la Provincia de Buenos Aires vería con agrado que el Poder Ejecutivo Provincial modifique el Decreto N° 4248/91, reglamentario del art. 4 del Código Rural de la Provincia de Buenos Aires, eliminando su último párrafo y dictando en su reemplazo la normativa que regule la actividad apícola en ámbitos urbanos.”

Los fundamentos son los siguientes:

Es intención de este Proyecto, estimular la actividad apícola en la Provincia, coadyuvando a la formación técnica y a la seguridad alimentaria de la comunidad. 

Las abejas son los insectos polinizadores por excelencia en todo el mundo.  Son responsables de la polinización del 70% de las poblaciones vegetales de interés alimentario, y únicos generadores de una serie de productos de inestimables beneficios para el ser humano, entre ellos, miel, jalea real, propóleos y cera.

Las organizaciones de criadores de abejas a escala mundial han alertado sobre un fenómeno que crece aceleradamente, que a falta de mayor certeza en la etiología del problema, se lo denomina por sus siglas en inglés Colony Colapse Desorder (CCD), o Síndrome de Desaparición de Colmenas (SDC), en español.   Este proceso cuyas causas aún se encuentran en estudio por la comunidad científica internacional, está determinando un serio proceso de disminución de la población global de abejas.

El alerta ha llegado a preocupar a los gobiernos de los distintos países productores apícolas, e incluso a la Organización de las Naciones Unidas, cuyas últimas acciones han estado dirigidas a revertir este proceso con medidas tendientes a desarrollar la apicultura en regiones no tradicionales.

Argentina es el primer exportador mundial de mieles de calidad, y su volumen de producción aporta alrededor del 20% de la miel que se comercializa a nivel global.  Una cifra cercana a la mitad de la producción de mieles de argentina, proviene de la Provincia de Buenos Aires.

La realidad productiva de la Provincia en materia apícola, se ha ido transformando aceleradamente en la última década con el desplazamiento de la frontera apícola hacia otras regiones en virtud del avance de los métodos de siembra directa, y la rentabilidad relativa de ciertas oleaginosas.  Esta circunstancia ha determinado por un lado la desaparición de cientos de pequeños productores que no han podido superar la coyuntura, y por el otro  una fuerte disminución de la cantidad nominal de colmenas en la Provincia.

Estas circunstancias han de interpretarse además, en una doble dimensión de análisis que se pone a vuestra consideración. 

Por una parte, la abeja como agente polinizador en poblaciones vegetales de interés alimentario, es el actor indispensable para garantizar los mecanismos de seguridad alimentaria que nuestro pueblo necesita para su desarrollo.  Esto se encuentra en un todo asociado a las huertas comunitarias que diversas áreas de gobierno, así como organizaciones sociales, promueven en los barrios de nuestras ciudades, o bien de pequeños productores frutihortícolas.  Las abejas allí, multiplican la productividad de verduras y frutas, así como mejoran la calidad del producto a través del mecanismo más natural del mundo, el incremento de la diversidad genética en el mecanismo de polinización cruzada.

Por otra parte, la presencia de abejas en grandes cantidades y miles de enjambres fluyendo en cada primavera-verano en el conurbano bonaerense, permiten presumir que las abejas se han instalado en la ciudad, por una diversidad de razones que ámbitos científicos intentan aún explicar.  En cualquier caso la razón de la presencia notoria de abejas urbanas, no es otro que la cría de abejas en la ciudad y de numerosos apicultores que laboran sus colmenas en los barrios, debiendo sumar a ello como contracara la disminución de abejas en los campos, producto de la desaparición de las pasturas silvestres causada por el uso de agroquímicos. Llegamos así a la existencia de abejas urbanas, y no porque provengan de colmenas silvestres, sino de jardines y espacios verdes de la ciudad, manejadas por anónimos apicultores.
Esta es una realidad que debe asumirse, y debe ser seriamente abordada por el organismo regulador, quien puede tener a su disposición todas las herramientas necesarias para hacer crecer el desarrollo de la apicultura en nuestra región, incentivar e impulsar la práctica de la crianza de abejas en nuestros jóvenes, como formación técnica para una importante actividad productiva, quizás de las pocas que carecen de externalidades negativas.  Y como se enunciara escasas líneas más arriba, porque ello habrá de sumarse a los procesos de seguridad alimentaria que nuestra sociedad reclama cotidianamente.   

Hoy la Provincia de Buenos Aires, prohibe la instalación de colmenas en zonas urbanas, o en aquellas que por su densidad de población, a criterio de los organismos competentes puedan ocasionar molestias a terceros, según reza el último párrafo del art 2 del decreto reglamentario número 4248/91, que tiene por objeto reglamentar el art. 4 del Código Rural de la Provincia.  Esta normativa resulta un escollo insalvable para ordenar la situación actual en las grandes urbes de la Provincia.  La cifra negra de colmenas existentes en la ciudad, cumplen con una función estratégica innegable, pero resultan anónimas y su contralor imposible por la sencilla razón de que ninguna autoridad puede auditar las condiciones de crianza y su situación sanitaria, así como la idoneidad del titular para su manejo, justamente en razón de la prohibición enunciada.

Existe además un elemento de cierta complejidad jurídica, dado que ese punto de la reglamentación que enuncia la cláusula prohibitiva, carece de fundamento que justifique la restricción.   Es decir, no dice expresamente la razón que justifique la prohibición de criar abejas en la ciudad.  En este sentido puede traerse a modo ejemplificativo la normativa de la ciudad de Nueva York en los Estados Unidos.  Allí el Department of Health and Mental Hygiene, considera que ciertos animales a los que define como salvajes o peligrosos, no pueden criarse en la ciudad.  Entre ellos se encontraban las abejas melíferas.  El 16 de marzo de 2010, el organismo citado procede a eliminar de dicho listado a las abejas melíferas, por no considerarlas como animales peligrosos, y que por ende autoriza su crianza en la ciudad, con las regulaciones que el mismo organismo dispone con la modificación del art. 161 del Código de Salud, de la Ciudad de Nueva York.  Es decir, allí la normativa enunciaba una razón que justificaba la prohibición, aún cuando el tiempo demostró que dicho argumento no se correspondía con la realidad, razón por la cual se eliminó la restricción, y hoy los apicultores urbanos de Nueva York se han incorporado al mercado productivo de la ciudad.  

Al igual que New York o Boston, París, Londres o Berlín, por mencionar sólo algunas, todas las grandes capitales del mundo, no solamente permiten la apicultura urbana, sino que expresamente la estimulan como parte de su política pública.

Por último es preciso señalar, que las abejas melíferas no han generado incidencias que puedan ser relevadas en forma significativa para que justifiquen en la Provincia de Buenos Aires esta prohibición absoluta.  Además, por la latitud que se encuentra la provincia de Buenos Aires, la presencia de Apis con algún tipo de gen africano –de mayor defensividad-, resulta improbable, y una situación que es perfectamente controlable con las reglas de manejo adecuadas.